Como periodista que soy, me da vergüenza que personas así desprestigien mi profesión. La portada del medio catalán solo pretendía echar más leña al fuego de una tormentosa relación que vive sus momentos más frágiles. Una acusación tan grave no hace más que alimentar la crispación y el desasosiego a menos de un mes de una cita crucial para Madrid y Barcelona como será el clásico del día 10 de diciembre.
Sí, soy madridista. Sí, quiero que mi equipo gané por encima de todas las cosas. Pero la desgracia del equipo rival no quiero que sobrepase los límites de lo deportivo. Generalizar en el comentario de tres o cuatro es caer en el error de encasillar a un todo, algo que lleva al peligroso camino de encender la llama que nunca llegará a apagarse.
Este comentario malicioso -porque no encuentro otro calificativo mejor para describirle- solo trae consigo odio, rencor, avivar los aullidos de aquellos que no tienen voz. Recordemos que esto es un juego, una pasión, un sentimiento, que el orgullo por un escudo no debe pasar de llenarte de emoción en los buenos momentos y en los malos pensar que vendrán tiempos mejores.
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