Carlo Ancelotti, el entrenador de la Décima, vive, dentro de la exigencia de sentarse en el banquillo del Real Madrid, una etapa de estabilidad personal y profesional. Algo que no tuvo en Turín, cuando dirigió al conjunto ‘bianconero’ entre 1999 y 2001. El pasaje de su libro sobre su etapa en la Juventus no deja dudas.
“Nunca me gustó Turín. Demasiado glamurosa, un par de galaxias más allá de mi estilo de vida. Apartaos, niños pijos, llega el gordo con sus tortellini… La Juventus es un equipo que nunca amé y que probablemente nunca amaré. Fue un nuevo ecosistema para mí y nunca estuve cómodo”, se puede leer en dicho libro.
Con la afición, nunca cuajó. “Jugué en los años ochenta con el Roma y nuestro rival era la Juve. Cuando milité en el Milán, nuestro enemigo principal fue la Juve. Luego entrené al Parma y nuestro rival por el Scudetto fue la Juve... Sólo me podían ver como un enemigo. Y punto”.
El último ejemplo que hace que el entrenador madridista no le guarde ningún cariño a su rival de mañana es la forma en la que se fue del club turinés. “…Cuando tomaron la decisión de deshacerse de mí, no tuvieron el valor de decírmelo. Me enteré por los periodistas deportivos de Turín. “Eres hombre muerto, el próximo entrenador es Lippi”, me insistían. No me lo podía creer, me acababan de renovar... Me llamó la oficina de Umberto Agnelli. Llegué a la cita y no malgastó las palabras: “Mi querido Ancelotti, el nuevo entrenador de la Juventus es Lippi”.
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