Ramos con cara de circunstancias en el Pizjuán
Sergio Ramos vivió anoche uno de sus partidos más complicados. El central sufrió el recibimiento hostil por parte de una afición que le adoró durante unos años, por lo que su experiencia se pudo asemejar a la que sufrió Luis Figo en el Camp Nou en noviembre de 2002. De hecho, la pitada del pasado domingo no tuvo nada que envidiar a la que padeció el portugués.
Hace 14 años el extremo aguantó hasta
110 decibelios en sus oídos. Y ayer
Ramos soportó una intensidad similar, ya que según los registros del diario
'Marca' el ruido en el estadio hispalense llegó a loas 105 dB cuando el
Sevilla culminó la remontada en el minuto 91 de partido. Así, la mayor ebullición del
Pizjuán no llegó por culpa de
Sergio Ramos, aunque el central también focalizó otros momentos cumbre del concierto de 'viento' que dio la afición local.
De hecho, los dos peores momentos del capitán en el partido tuvieron lugar en la primera y en la segunda mitad. El primero tuvo lugar en el minuto 32 del partido, cuando hizo una gran acción personal al cortar el balón y sumarse al ataque. Y el segundo se produjo con su desafortunado tanto en propia puerta. En ambos casos la pitada se fue hasta los
102 dB, un punto que supera lo tolerable para los humanos, toda vez que el ruido de un taladro neumático alcanza los
100 dB.
Así, el
Ramos soportó niveles superiores a los
90 dB cada vez que tocaba el esférico. Aunque él se mantuvo lo suficientemente centrado para no dejarse afectar por ellos. De hecho, al acabar el partido aseguró que había realizado una de sus mejores actuaciones en el
Pizjuán a pesar del tanto que se hizo en propia meta. Y es que la acción fue un detalle desafortunado que nada tuvo que ver con la difícil noche que tuvo que experimentar.
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