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Con 25 expulsiones en 38 partidos (21 de jugadores y cuatro para Lopetegui), el filial del Real Madrid ha sufrido un acoso y una persecución arbitral indigna que le ha privado de meterse en los playoffs de ascenso a Segunda. Y como decimos, el último episodio de esta injusticia arbitral se vivió el pasado domingo en Fuerteventura en el partido del Castilla contra el Pájara Playas de Jandía.
Con uno a uno en el marcador, en el minuto 30 de la primera mitad, el susodicho Jorge Valdés Aller expulsó al paraguayo Javier Acuña, el hombre más en forma del Castilla en este final de temporada, por según el trencilla “cagarse en su puta madre”. Tanto el canterano como el técnico castillista, Julen Lopetegui, se quejaron amargamente tras el final del partido por dicha expulsión, a la postre decisiva en la resolución del encuentro. Lopetegui calificó de “muy malintencionada la decisión” y dejó entrever en la sala de prensa que Valdés Aller se inventó la expulsión porque le vino en gana
“No ha podido ser. No hemos conseguido los tres puntos que necesitábamos. Hemos sufrido un arbitraje muy duro. Hoy hemos recibido mucha caña, una expulsión no merecida con el partido muy controlado que iba a nuestro lado, ha sido una expulsión injusta. Javi no ha parado de llorar; sólo se ha quejado de los términos de la falta y el árbitro ha entendido otra cosa. Los colegiados están para proteger el fútbol y a los futbolistas de entradas que hemos venido sufriendo nosotros todo el año; no nos puede dejar con uno menos en un partido tan importante como este, no pueden hacer esto, a un chico que dice que no ha hecho nada, sólo una queja”.
Pero estos lamentos ya no sirven de nada. El filial blanco ya está fuera de los playoffs y nada se puede hacer. Pero lo que no debe caer en saco roto es la última tropelía de un gremio que ha ido a la caza y captura del Castilla y que ha conseguido lo que llevamos denunciando durante tantas semanas en DC: que el Castilla no pueda subir a Segunda.
fotografías:realmadrid.com
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