Decía Oscar Wilde que "si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido". Pues bien, esta, es una máxima que conociendo o no al poeta inglés, hace suya Jose Mourinho. Acostumbrado a decir su verdad que no tiene porque ser la de los demás, el portugués se ha labrado con pleno merecimiento una imagen de enfant terrible que lo va a perseguir incluso cuando abandone el mundo del fútbol. Me da la sensación que no le preocupa mucho este retrato polémico que de él se hace. Al contrario, creo que lo alimenta y lo cultiva. Dice lo que piensa, eleva la voz cuando algo no le gusta y no se anda por las ramas a la hora de denunciar a los que de una u otra forma intentan perjudicar a la entidad que le paga. Que alguna vez se equivoca. ¡Seguro! Que en más de una ocasión le ha sobrado locuacidad y le ha faltado prudencia , es posible. Pero de ahí a decir, por defender sus verdades, que es un provocador, gilipollas o payaso creo que es elevar la nota.
También se acusa a Mourinho, esta vez sin insultos, de estar dañando la imagen del Real Madrid. Curiosamente esas voces criticas no llegan desde la masa social del madridismo para la que el portugués es un auténtico ídolo. Olvidan esos críticos que por el Madrid ha pasado gente que como Juanito, Toshack o el propio Don Santiago Bernabéu, no han destacado precisamente por morderse la lengua. Ni ellos estropearon la imagen del Real madrid, al contrario la engrandecieron, ni lo hará Mourinho. Con el paso del tiempo al luso se le recordará por lo que haya ganado y no por lo que haya dicho en esta o en aquella rueda de prensa.
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