La puntería blanca se quedó fría

El Real Madrid le perdonó la vida al CSKA después de haberse adelantado gracias al gol de Cristiano. Los rusos lograron la igualada en el último balón del partido. El Bernabéu decidirá.





Al Real Madrid le dieron la vuelta los elementos desde el primer momento. Un campo con botes irregulares, un CSKA que mordía arriba para aprovechar la poca adaptación de los blancos al césped artificial y una inoportuna lesión de Benzema al intentar un remate con hielo todavía en los músculos. Las dos primeras podían esperarse, la tercera menos. Era evidente que los blancos tenían que ponerse algo más que una bufanda y cuatro guantes para salir victoriosos de Moscú. Los elementos no marcan goles, pero ayudan tanto a favor como en contra.

El inicio fue algo desconcertante. Más que nada porque ninguno de los dos equipos conseguía adueñarse del partido. Unos, los del CSKA, porque se sentían más cómodos presionando y contragolpeando, y otros, los del Real Madrid, porque tampoco tenían comodidad, en este caso por la presión local y excesivos fallos a la hora de tocar la pelota. Eso sí, tener 180 minutos por delante suponía para el Madrid un colchón en caso de espina en la garganta. Pese a todo, y aunque el juego no era brillante, los blancos volvieron a demostrar que de una canica son capaces de formar una ocasión de verdadero peligro. Higuaín primero y Khedira, tras rechace después, se encontraron con las manos salvadoras del portero local. Alguno dirá que le vino Dios a ver, sobre todo en la del alemán, otros que el teutón tiró al muñeco. La segunda parece más realista.

Después de ese susto para Chepchugov, el Real Madrid hizo diana. Suele pasar que cualquier mínimo error ante los blancos se castigue con golpe mortal, es decir, con un gol. Fue lo que le pasó al CSKA al intentar sacar un balón de su área. Higuaín puso lo mismo que se saca de las gallinas para robar un balón, Coentrao lo centró de forma irregular, y Cristiano Ronaldo lo encajó en la red a bote pronto y con la izquierda. Un remate digno del actual Bota de Oro del fútbol europeo. Los nervios iniciales se habían escapado. Y el soplo de tensión también. El botín mínimo que Mourinho quería en este partido estaba logrado, un gol. Ahora faltaba por ver la reacción de los rusos al puñetazo en la ceja.

Ficha Técnica:


CSKA 1: Chepchugov; A. Berezutsky, V. Berezutski, Ignashevich, Schennikov; Wernbloom, Aldonin; Musa, Dzagoev, Tosic; y Doumbia

Real Madrid 1: Casillas, Arbeloa, Ramos, Pepe, Coentrao, Khedira, Xabi Alonso, Callejón, Özil, Cristiano Ronaldo y Benzema

Goles: 0-1 Cristiano Ronaldo (28’), 1-1 Wernbloom (93’)

Árbitro: Björn Kuipers. Amonestó a Alonso, Ramos y Coentrao.

Estadio: Luzhniki (72.000 espectadores)

El paso de los minutos dio confianza al Madrid a pesar del intento de venirse arriba del CSKA. De hecho, fue precisamente esa subida de líneas del equipo local lo que permitió a los blancos disfrutar de un buen puñado de ocasiones que no supieron materializar. Ahí estuvo la clave del partido, en la falta de puntería de los blancos, que si no salieron ya clasificados de Rusia fue porque esta vez no fue el día en la definición.

Callejón tuvo dos oportunidades casi consecutivas, desbaratadas por el portero, Cristiano también se encontró con los guantes del cancerbero local, también Higuaín. Fueron, al menos, cuatro ocasiones para haber rematado al CSKA y, con ello, también la eliminatoria. No entraron. Y ello supuso que al Madrid se le aplicara la típica ley que él suele cobrarse con sus enemigos: cuando perdonas, lo acabas pagando.

Segundos antes de que el colegiado holandés, Kuipers, bastante malo, por cierto, pitara el final del partido, una mano de Coentrao permitió zafarrancho ruso en forma de pelota colgada al área de Casillas. El mal de altura no termina de acabarse en el Madrid, ya que tras un rechace, Wernbloom aprovechó para meter el pie y, con ello, también algo a su equipo en la pelea por la eliminatoria firmando el 1-1. Un resultado bueno para el Madrid, aunque tras lo visto, más de uno se quedará con un sabor de boca áspero. Pese a ello, el Bernabéu debe demostrar la diferencia real entre estos dos equipos.