Guardiola vomitó de rabia

El técnico catalán se va del Barcelona mostrándose tal y como es

La grandeza de las personas debe medirse tanto en los momentos buenos como en los malos. Por eso, es posible que Pep Guardiola haya tenido engañado a más de medio planeta durante los últimos cuatro años. Suerte que el tiempo suele poner a cada uno en su sitio y que el técnico catalán ha acabado por dar la razón a los que, como Mourinho, sabían que él está hecho de la misma pasta que el resto.

 

 

Este miércoles Guardiola habló para los medios de comunicación tras la victoria de su equipo por 4-1 ante el Barcelona. Seguramente, a esas horas, al filo de las once de la noche, el técnico culé ya se imaginaba que era el día en el que el Real Madrid iba a cantar el alirón liguero. Por eso el catalán se desató en rueda de prensa y no tuvo reparos en quitarse la careta que durante los últimos cuatro años ha llevado puesta. Tanto presumir de señorío, de no hablar de los árbitros, de tener un comportamiento ejemplar, pero el gran 'Pep' no pudo evitar tener una rabieta de impotencia justo en el último momento, en el día que se consumaba su fracaso liguero.

Porque su comparecencia de anoche fue una demostración de toda la farsa que ha sido su trayectoria al frente del Barcelona. A Guardiola le han llovido elogios de todos lados en las últimas temporadas por su saber estar y su educación modélica. Una compostura que no perdió tampoco este miércoles, pero que hizo aún más ridícula si cabe su rueda de prensa. Porque Guardiola quiso ensuciar y empañar el título de Liga conseguido por el Madrid de manera hipócrita y rastrera, tirando la piedra y escondiendo la mano. Él, que presume de no hablar nunca de los colegiados, lanzó una indirecta llena de veneno hacia el colectivo arbitral con la que, de paso, intentaba hacer gala de su supuesta caballerosidad.

"Esta noche nos han pitado dos penaltis, pero ahora ya es tarde, ya no hace falta. Nunca podrán decir que el Barcelona no lo ha intentado. El Madrid ha sido el justo campeón pero han pasado muchisimas cosas que se han tapado por nuestro silencio" dijó el 'gurú' barcelonista. Vamos, que no se atrevió a decir lo que realmente pensaba, que le habían robado la Liga a su equipo. En lugar de decirlo claramente, sin tapujos, se puso la medalla de mártir y dejó caer la acusación, minusvalorando el más que merecido éxito madridista. Por muchas vueltas que se le de, quizás no se pueda encontrar una manera más edulcorada y a la vez vil de quejarse de los arbitrajes.

Palabras que no son más que la plasmación final de todo lo que el mundo del fútbol ha venido escuchando de su boca en los últimos años. Posiblemente nadie encuentre en él unas acusaciones directas y fuera de tono por un arbitraje, pero los ejemplos en los que ha vertido críticas entre líneas se cuentas por decenas. Es su estilo, el de contar hasta diez cada vez que está delante de un micrófono, de la prensa. Hipocresía pura y dura, llena de mensajes subliminales con mucha carga de rencor y ponzoña. Suerte que cuatro años han sido suficientes para que muchos hayan abierto los ojos sobre quién es realmente el todavía entrenador culé. Una persona muy diferente del papel que ha venido interpretando en este tiempo.



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