Ni Capello ni Brasil podrán con la roja

No es tiempo de selección pero me apetece hablar un poco de la roja. Reconozco que hasta esa competición que se han sacado de la manga los señores de la FIFA para trincar la habitual porción económica que se mueve en estos saraos, la llamada Copa Confederaciones, me ilusiona. Me atrae. No sé si será porque tras la Eurocopa no veo a la selección como un pegote en medio del calendario, cosa que antes, a pesar de ser de los pocos confiados en ver a los nuestros como campeones europeos, no me sucedía.

En febrero nos mediremos a Inglaterra. A los ‘Capello Boys’ les tengo ganas. Habrán inventado el fútbol, serán los más guapos (o eso dicen) y toda esa parafernalia de auto halagos que desde las islas se agencian a sí mismos. A mi todo eso ni me importa ni me interesa. Lo único que les diría es que vienen a jugar a casa de la mejor selección de Europa y una de las tres mejores del mundo. Que nos hicieron un feo criticando el racismo del Bernabéu es un hecho sin paliativos que, como debe ser, tendrá cumplida venganza en el terreno de juego de Sevilla, ya que la RFEF se dejó presionar en exceso por los ingleses y dejó de lado la opción de jugar en Chamartín.

Lo de la Copa Confederaciones es otra historia. Jugar contra Nueva Zelanda, Iraq y Sudáfrica es un regalo de Reyes que no debemos desaprovechar. Luego, si todo va bien, nos mediremos a Italia o Brasil. Tengo unas ganas tremendas de verlo. A Italia no la pudimos ganar ‘legalmente’ en la Eurocopa, a pesar del chotis que bailamos en la cara de Buffón y compañía, aunque los penaltis hicieron justicia. Ante Brasil, sinceramente, creo que no tendremos ningún problema. Es más, ahora mismo, la diferencia entre la mejor España y la mejor Brasil es de dos o tres goles, tranquilamente. Qué bien sienta poder decir eso. España va bien. Muy bien.
 



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