La magia de Anfield
El Liverpool asoma ya por la Castellana y el pueblo madridista empieza a rebozarse en esa dulce inquietud de las grandes citas de la Copa de Europa. Me han contado las peripecias de tres amigos de Barcelona que decidieron a última hora viajar a Anfield. Estaban pendientes de unas entradas, las consiguieron y se pusieron manos a la obra. Uno hará Barcelona-Amsterdam-Liverpool. Otro, por razones de trabajo, agárrense, Bucarest-Munich-Londres-Liverpool.
El partido de vuelta se disputará el 10 martes, el buen hombre lo ha organizado todo para dejar Rumania el lunes por la tarde y llegar a la ciudad 'beatle' a primera hora de la tarde del día del partido. El otro también es de nota: estará en París y se plantará en Liverpool en coche. ¿Fobia al avión? No. Pura agenda. Químico de profesión se ha organizado una serie de visitas en Inglaterra y permanecerá allí hasta finales de la semana del partido. Al partido de ida no van. Les pilla en Barcelona, o sea en casa, pero dicen que tiene menos emoción. ¿Han visto el anuncio de una marca de cervezas con cuatro amigos gritando al ver la cocina llena de botellines? Aplíquenselo a ellos. La ida, en casa y entre 'birras'. La vuelta es la buena.
Es una rareza comprensible. Ningún madridista ha visto jugar a su equipo en Anfield porque esta es la primera vez, y parece mentira, que ambos equipos se enfrentarán a doble partido. Les pone vivir el ambiente único del estadio rojo y les pone ver clasificar a su Madrid, claro. Hace tiempo que aprendí que cuando nos vestimos de hinchas no existe el cansancio, el sacrificio, casi el dinero. Sólo por ellos deberían ganar los blancos, ¿a que sí?