Cristiano me va

Como la canción: "Me va, me va, me va, me vaaaa". Un tipo que es capaz de decir después de la final de la Champions que el Barça no mereció jugarla sino el Chelsea, me va: eso igual no es capaz de decirlo ni Raúl. Es una frase que dice mucho en clave madridista sin que el Madrid aparezca en escena. Una reacción visceral después de una derrota, un afán claro de revancha deportiva. Sin saberlo, o quizá si, Cristiano hizo sus primeras manifestaciones como merengue. Fue en Roma, donde cerró su magnífica etapa en el Manchester al lado de ese extraño ser que es sir Ferguson. Allí se hizo hombre, ganó sus primeros títulos, fue sin duda feliz. Pero le ha sonado la hora de volar y con destino al Bernabéu donde acaban tarde o temprano los Balones de Oro. Si Florentino manda.

Y Florentino se presentó esta jueves rodeado de su junta directiva. No trajo sorpresa alguna, pues no es el momento. Hay mucho que discutir con los clubes donde juegan los seis o siete primeras figuras que llegarán para formar el nuevo Madrid. Parece que esta semana aterrizará Kaká, pero el resto es probable que se haga esperar. El envite es importante, no caben precipitaciones ni errores. Se trata de darle la vuelta como un calcetín a un equipo al que le queda su última estación en el va crucis que se ha convertido la Liga para él. Será en Pamplona, ante Camacho, pasado glorioso madridista, pero pasado al fin y al cabo. Es un partido con mensaje este Osasuna-Real Madrid en el que los navarros se jugarán la vida. Es la reunión de una serie de madridistas para despedir al 'pobre' Real que diseñaron (es un decir) Calderón y sus muchachos. En cuanto el árbitro pite el final habrá acabado más que una Liga, una etapa negra para el madridismo. Se irá mayo y vendrá junio: las flores llegarán un mes tarde al Bernabéu. Y cualquier día, Cristiano. ¡Me va!



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