Los euros anestesiantes de Florentino

La catarsis veraniega del Real Madrid tiene un claro protagonista, el euro. La facilidad para conseguirlo, la rapidez con la que se ha invertido y los cracks que han proporcionado una nueva ilusión al Santiago Bernabéu, sólo viran en torno a la moneda europea. Esa mirada procaz a la recesión del mundo actual, a una crisis que levanta polvo allá por donde se sacude, pronto obtuvo disparidad de opiniones aunque ninguna de todas ellas recibió una crítica por parte de los aficionados blancos. Pagar 90 millones de euros por Cristiano Ronaldo o 65 por Kaká, es una locura, aunque nunca se puede tachar como tal si eres hincha merengue. Al seguidor blanco le han devuelto la alegría, su equipo vuelve a ilusionar y las esperanzas recuperan la senda de un futuro lleno de títulos que renueven la desastrosa etapa (directiva, que no deportiva) de Calderón.

Ha llegado el mejor jugador del mundo, el brasileño más elegante del planeta y el francesito más prometedor del momento sí, pero el seguidor blanco se siente ahora engañado o, al menos, decepcionado con la política del mismo que hace unos días alentó el espíritu blanco. Florentino ha traído a los mejores pero una vez más, ya que no es la primera, ha cerrado la boca a los seguidores antes de ejecutar el estudiado plan de ingresos que había elaborado hace semanas. El presidente desempolvó su látigo castigador contra las ‘perlas’ de su vestuario (quizás las únicas que le quedaban de la anterior etapa junto a Higuaín) y se deshizo, como deseaba, de Robben y Sneijder pero… ¿Quién levanta la voz en la afición madridista tras gastarse casi 200 millones de euros?

La táctica de Florentino ha clonado la que en su día ya provocó un pequeño caos en el entorno del club. Por entonces, decidido a romper con aquellos que no guardaban el estatus de crack comercial que su directiva defendía desde que saltó el palco de Chamartín, se atrevió a vender a dos pilares y héroes de la afición, Fernando Redondo y Claude Makelele. Ambos habían formado, en diferentes etapas, el mejor mediocampo que se recuerda en los últimos años en la capital, que desde entonces (quizás hasta el reciente fichaje de Xabi Alonso), no ha tenido un ‘cerebro’ ni un ‘destructor’ al nivel del argentino y el galo. Ahora la táctica ha sido idéntica y aunque el poder de maniobra era mayor y el posterior ingreso también, ha terminado por malvender a dos grandes nombres del Madrid calderoniano: Robben y Sneijder.

El extremo, crack del anterior presidente, jugador único cuando está en forma y crecido ante la obligación de progresar para no quedarse sin hueco en el once (lo demostraba en la pretemporada), ha tenido que buscarse acomodo pese a que la afición lo adora. No hay que olvidar que Arjen fue comparado (exageradamente) con Messi en un tramo de grandes actuaciones durante el pasado año. Es vertical, desborda, fue la única alternativa del equipo en partidos sin ritmo y se convirtió en clave para perseguir al Barcelona. Su compatriota Sneijder ha vivido un caso similar pero incluso peor trato, algo que ya ha denunciado. Estaba presionado hasta la extenuación pues iba a quedarse sin ficha federativa en año mundialista, con el riesgo que ello conlleva y pese a que su único pensamiento era luchar por un puesto. Wesley ofrecía llegada, disparo desde media distancia y calidad que, pese a todo, no había logrado desarrollar con continuidad de blanco.

Es cierto que ninguno de los dos atravesaba su mejor momento pero también que su rendimiento no había estado demasiado alejado del que de ellos se suponía. Los dos son estrellas de las que hacen bloque, determinantes en momentos concretos de una larga temporada y básicos en un equipo que busca ganar el máximo número de títulos históricamente. No sobraban (como tampoco Huntelaar) si lo que pretende Florentino es asaltar la Champions, recuperar el poder nacional y conseguir romper el mal fario de la Copa del Rey. No sobraban porque Pellegrini, como ha dicho claramente, les quería, contaba con ellos y pretendía darles cancha. Sin embargo, sobraban porque el balance financiero del club (lógico con tantos excesos) lo exige y porque, como hace algunos años, vuelven a primar muchos intereses económicos por encima de los deportivos.

Así, esa superproducción florentinista que rompería el mundo del fútbol este año, ha quedado reducida con tantas ventas en un pequeño corto, un sketch con grandes esperanzas, metas galácticas y planes de éxito pero con un profundo olor a engaño. Los euros anestesiantes de Florentino han vuelto a ejecutar su plan.

 



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