Un batacazo que se veía venir

No había que ser muy listo para haber imaginado lo que pasó ante el Milán. El problema es que siendo el Milán, el primer rival continental en la Liga de Campeones, duele más. Era un batacazo que se veía venir, aunque, ahora, a toro pasado todos somos muy listos y sabemos más que el ‘Papa’ Platini, al que sigo considerando el enemigo número uno del Real Madrid y del fútbol español en general.

Me van a perdonar pero excuso a Pellegrini de tanto desastre sin dejar de reconocer que no me gustan sus ideas para un equipo como el Real Madrid. Jugar sin extremos es limitar el campo y las opciones de romper a todos los rivales. Y digo a todos porque todos los que juegan ante los blancos se repliegan por detrás del balón y eso reduce los espacios. Y si a esa reducción no le buscamos soluciones, el embudo por el centro del campo suele acabar en robos y juego a la contra del rival. Por eso, el chileno debería revisar sus métodos, porque no es lo mismo el Villarreal que el Real Madrid

Y, a pesar de eso, no culpo a Pellegrini y tampoco a algunos jugadores a pesar de no estar a la altura de la camiseta. Ramos, por ejemplo, desesperó el año pasado a sus compañeros y parece que quiere mantener esa línea. Vamos, que prefiero a un tío serio como Arbeloa, que defensivamente ofrece garantías que a este prodigio físico que se deja el sentido común en el vestuario y juega en base fuerza además de creerse técnicamente mejor de lo que es. Vamos, que necesita unos ejercicios espirituales de manera urgente.

Pero Ramos no es el único. Kaká, por ejemplo, que es elegante como nadie, corre como el que más cuando el equipo tiene el balón, tampoco aporta lo que se esperaba. Xabi Alonso, un pelotero tremendo, tampoco acaba de aparecer y al hombre se le ve desesperado. De Benzema prefiero no hablar. Creo que el equipo no juega como tal, que eso de presionar al rival es un sacrificio demasiado costoso y por ahí este Madrid se rompe en mil pedazos.

Pero decía que no culpo ni a Pellegrini ni a los jugadores. A mí gusto la presión que ejerce Florentino y Valdano es perjudicial. Los dos siguen vendiendo ‘excelencia’ (palabra cursi y desproporcionada), ilusionando falsamente al madridismo y ejerciendo una influencia negativa en un equipo al que se le exige jugar bien y ganar mejor en lugar de vender mesura, paciencia, tiempo, comprensión y, en definitiva, sentido común.

Entiendo eso de las urgencias, pero empiezo a dar la razón a quienes opinaron que no sólo con dinero se hace un equipo. Se necesitan otros valores que no sean sólo los materiales.

 



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