Pepe vive una nueva vida de blanco

"Pepe ha conseguido cambiar cierta indiferencia o, mejor dicho, cierta dosis de malas pulgas del Bernabéu hacia su persona por un cariño fuera de lo normal"

Cómo le ha cambiado la vida a Pepe. Y no lo digo porque ahora dormirá menos o haya aprendido a cambiar pañales, circunstancias más que normales cuando uno es padre, y más si es primerizo. Mi reflexión va más allá, y me gustaría focalizarla en la espectacular ovación que se llevó el central portugués el pasado domingo en el Santiago Bernabéu tras la consecución por su parte del cuarto gol del equipo blanco ante el Deportivo de la Coruña. Me pareció increíble, y es algo a lo que se le ha dado muy poco bombo en comparación con otras historias que huelen a calcetín sudado por los cuatro costados.

Pepe fue un jugador muy criticado por el propio público del Bernabéu cuando hizo lo que hizo con Casquero. Estoy seguro, y él mismo lo ha reconocido, que se excedió en ese momento. Pidió disculpas pero no todo el mundo las aceptó. Y estoy hablando de aficionados del propio Real Madrid, que pagan su pertinente cuota como abonados. No era extraño que el portugués recibiera silbidos en su propio campo cuando tocaba la pelota. Por eso, esa reacción espontánea de la grada tras su gol frente al Deportivo debió ser el culmen de la felicidad para un jugador que lo ha pasado mal, pero que ahora vive uno de sus mejores momentos  (yo creo que el mejor) desde que fichó por el Real Madrid.

Esa ruptura de garganta con el ‘Pepe, Pepe, Pepe’ no es algo demasiado habitual en el estadio del Real Madrid. Salvo partidos muy grandes, el público, y mucho menos el de la Liga, muestra su corazón tan abierto a un jugador. Sin ir más lejos, en ese mismo partido ante el Deportivo, Cristiano hizo un hat trick, y sólo el fondo sur coreó con cierta apreciación su nombre en algún tramo del partido. De ahí que la ovación para Pepe haya sido uno de los mayores gestos de reconocimiento de la grada blanca hacia un jugador suyo en los últimos tiempos. Pepe ha conseguido cambiar cierta indiferencia o, mejor dicho, cierta dosis de malas pulgas del Bernabéu hacia su persona por un cariño fuera de lo normal. Trabajo, esfuerzo, carisma y, sobre todo, hacer bien su trabajo sobre el terreno de juego han sido sus principios. De ahí la recompensa.

 

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