El antimadridismo crece pero Mourinho debe seguir defendiendo al club como hasta ahora

El Madrid sigue metiendo miedo en las corrientes pro-Barcelona

Atacar, boicotear, minusvalorar e, incluso insultar, se han convertido en algunas de las prácticas que diferentes personajes dentro del mundo del fútbol español y europeo (y fuera de él) han tomado como patrón para atacar al Real Madrid. Se ha convertido en el deporte de moda. El pim pam pum al blanco rozó ayer el esperpento con las palabras de una personalidad ¿neutral? como el señor Roures y la verborrea de un impresentable como Xavier Sardá, al que se le afiló el colmillo insultando gravemente al entrenador del Real Madrid. Una vergüenza.

La presencia de Mourinho en el banquillo blanco no ha hecho más que acrecentar el odio al Real Madrid. La razón es sencilla: las verdades comentadas en público por el entrenador portugués, duelen. Hacen pupa. Hasta ahora, nadie se había atrevido a alzar la voz contra el descarado villarato que, semana tras semana, mina la moral de unos jugadores y de una afición que viven desquiciados a causa de las injusticias que sufren. Nadie había apuntado al jefazo de las televisiones por ponerle al Madrid los peores horarios en los peores momentos. Nadie había defendido al madridismo tanto como lo está haciendo Mourinho. Y eso, a aquellos personajes que tan bien se lo han pasado a costa de atacar a todo lo que huela a merengue sin tener la más mínima represalia por ello, parece que les empieza a doler.

Hablar de Villar, Platini, Sánchez Arminio, Roures, Sardá, Preciado, Alves o Manzano es hablar de antimadridismo puro y duro. El mismo que se instala en cada sector de nuestra sociedad cada vez que Mourinho alza la voz denunciando aquellas cosas que cree injustas. Sólo faltaría que el entrenador del Madrid tuviera que bailarle el agua a toda esta ristra de personas que disfrutan con el mal de los blancos. Ellos continuarán acando. Y Mourinho resistiendo. Como decía el Dúo Dinámico en una de sus canciones, a Mourinho sólo le queda gritar aquello de “RESISTIRÉ”.



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