No es su sitio, ahí no se siente cómodo aunque el lugar es todo confort. El problema es que su habitat natural es el terreno de juego y cuando tienes que verlo a través de un cristal, es como enjaular a una bestia. Esa es la sensación que ha tenido Cristiano Ronaldo en la vuelta de la Supercopa de España.
El portugués ha estado viendo el partido rodeado de su familia en el palco privado. Allí se encontraba tanto su madre como su hijo, como su pareja Georgina Rodríguez. Cristiano ha estado por momentos serio, sigue sin comprender la excesiva sanción que le han impuesto, pero a la vez ha vibrado con los goles de sus compañeros, que le han valido para levantar otro título más en su palmarés. Cristiano ha escuchado además con atención como en el minuto siete, su afición le cantaba en señal de apoyo y cariño por la injusticia sufrida.
Desgraciadamente aún deberá estar en esa zona del estadio algunos partidos más, a la espera de cumplir esa sanción. El Bernabéu no ha podido ver al mejor jugador del mundo haciendo lo que mejor sabe hacer, pero lo que hace tan grande a este equipo es que sin él, el Real Madrid no se descompone, al revés, da el mismo nivel.
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