1956: El campeón inicia con susto y bronca su defensa del título

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El Real Madrid se logró el derecho a participar en la segunda edición de la Copa de Europa por su condición de vigente campeón, ya que en la Liga española el ganador de la temporada 1955/56 había sido el Athletic de Bilbao. El sorteo de la ronda de octavos de final emparejó a los blancos con el Rapid de Viena, un equipo muy peligroso que por entonces estaba liderado por el defensa Happel y el centrocampista Hannapi, dos de los integrantes de la poderosa selección austríaca que en 1954 había logrado el tercer puesto en el Mundial de Suiza. Además, el partido de ida se disputaba en el Santiago Bernabéu, por lo que los madrileños tenían la obligación de sacar un buen resultado para no sufrir en Austria.

Y lo cierto es que aparentemente lo lograron, pues en 22 minutos se colocaron con un claro 2-0 gracias a un 'doblete' de Alfredo Di Stéfano - uno de ellos en un bonito remate, como se puede apreciar en la imagen inferior-. En la segunda parte Dienst recortó distancias, pero Marsal respondió con otros dos goles en tres minutos para colocar un claro 4-1 en el marcador. Solo Giezer en el último minuto al aprovechar un fallo del defensa Oliva empañó un poco la fiesta del campeón al recortar distancias y dejar en dos los tantos de renta (4-2) para el duelo de vuelta en el mítico Prater vienés.

Pero antes utilizábamos la palabra 'aparentemente' y no lo hacíamos a la ligera, porque lo que le esperaba al Madrid en la ciudad centroeuropea era un partido de pesadilla que sacó de quicio al mismísimo Santiago Bernabéu. El duelo empezó torcido desde el primer momento, pues Oliva cayó lesionado a los cuatro minutos de juego tras recibir un feo plantillazo de Dienst en la rodilla. El central sufrió una herida que hizo que el hueso quedara a la vista, por lo que los médicos decidieron llevárselo rápidamente al hospital a pesar de que el jugador no quiso dejar a sus compañeros y pidió jugar vendado. Por entonces no había sustituciones, así que los blancos tuvieron que jugar con 10 hombres durante los restantes 85 minutos de partido.

 


Di Stéfano le marcó este gran gol al Rapid de Viena (ABC)

Además, para colmo de males Happel marcó solo un minuto después tras un increíble lanzamiento de falta desde 40 metros. El tanto sirvió para espolear a los austríacos, ya que se dieron cuenta de que tenían contra las cuerdas al Madrid. Y encima, para rizar aún más el rizo del desaste, el portero Alonso - en la imagen superior se le ve despejando un balón - se fracturó un dedo de una mano en un balón dividido con Dienst. Así que el panorama pasó a ser desolador, aunque en los últimos cinco minutos de la primera parte terminó por convertirse en una película de terror. Y es que Happel lograra otros dos tantos más, uno de penalti y el tercero en una nueva falta ejecutada a 25 metros del área.

La primera parte había sido un espectáculo dantesco y Santiago Bernabéu lo estaba contemplando desde el palco. El manchego sabía que el Real Madrid, el campeón de Europa, no podía ofrecer esa imagen. Así que bajó decidido al vestuario para poner 'firmes' a sus hombres. El periodista Alfredo Relaño asegura que el presidente tildó de "mujerzuelas" a sus futbolistas y les dijo que sentía vergüenza del partido que estaban haciendo. Además les recordó que cientos de sacrificados aficionados españoles se habían gastado parte de sus ahorros para verles jugar en directo y se despidió dando un portazo tras gritarles que salieran al campo "a comportarse como hombres".

Su intervención fue tan dura que sentó precedente en el Real Madrid, por lo que después vendrían más 'santiaguinas' del mandatario. Y es que su efecto no se puede discutir, pues los 9 jugadores 'y medio' que quedaban sobre el campo reaccionaron ante las palabras de su 'jefe' y supieron encontrar el equilibrio de la mano de Di Stéfano. El propio astro argentino dio un poco de aire a los suyos al marcar el 3-1 definitivo gracias a una estética chilena que remató en el minuto 60. El marcador no se volvió a mover a pesar de los intentos postreros del cuadro vienés, por lo que el Madrid se ganó el derecho a jugar un partido de desempate; así como el respeto de Don Santiago, quien tras acabar el partido volvió a bajar al vestuario para retirar todo lo que había dicho y felicitarles por su segunda mitad.

Sin embargo todavía quedaba rematar la faena en el tercer partido. Este se empezó a ganar en los despachos, donde el directivo Raimundo Saporta supo moverse de forma brillante. Tras no ponerse de acuerdo ambos clubes en la búsqueda de una sede neutral ofreció disputar el duelo en Madrid o en Viena. A la proposición del Bernabéu añadió la cesión del 60% de la taquilla al Rapid de Viena, y como el aforo del estadio de Chamartín prácticamente doblaba al del Prater los directivos austríacos aceptaron sin dudar. Así que el desempate se jugó en casa y ahí volvió a mandar el Madrid (2-0), pero esta vez sin sustos ni 'santiaguinas'. Lo más difícil estaba hecho, aunque el recuerdo de ese partido en Viena perduró para siempre en esa grandiosa generación de madridistas. Y es que de no haber reaccionado en el vestuario gracias al discurso de Santiago Bernabéu quizá ahora nadie estaría hablando de las cinco primeras Copas de Europa ni, quién sabe, de la 'Décima'...