Los culés cayeron ante el Atlético de Madrid en la segunda semifinal del torneo (2-3). Una vez más pudimos ver a Luis Suárez protestando como un auténtico niñato sin ver más que una simple cartulina amarilla cuando intentó provocar a los rivales. Ese arma, el del juego sucio y antideportivo del uruguayo, especialista en intentar desquiciar al rival con triquiñuelas de barrio que los árbitros le permiten estuvo cerca de hacer efecto ante los de Simeone pero al final quedó en nada.
Lo que estaba claro era que en la intimidad del vestuario del Real Madrid se prefería jugar contra el Barcelona en esta final por esa ‘espinita’ que le quedó a los jugadores tras el último 0-0 en el Camp Nou. Los de Zidane se sienten a día de hoy superiores y querían demostrarlo en el mejor escenario posible, en una final de un torneo que vale un gran título. Sin embargo, no se producirá porque los culés perdieron ante el Atlético.
El Barcelona, aun con la ayuda del colegiado, que con 2-2 en el marcador no quiso señalar un penalti descarado por manos de Piqué, terminaron perdiendo 2-3 gracias a un gol de Correa en el que retrató a la zaga culé. Los de los ‘valors’ se vuelven a su casa lloriqueando y machacados por un Atlético que supo sobrevivir cuando peor lo pasaba y mostró las vergüenzas de los catalanes a la mínima oportunidad que tuvo. El domingo, un derbi que vale un título, el primero del 2020.
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