Dos grandes: Kobe y Shaq





A las dos estrellas de la NBA les precedía la polémica, una enemistad surgida con declaraciones fuera de pista, aunque juntos consiguiesen tres anillos consecutivos en el mejor campeonato del mundo. Para mi sorpresa, los dos se sentaron codo con codo en el banquillo y se les pudo ver compartiendo impresiones y sonrisas.

El Partido de las Estrellas no me defraudó, disfruté como una enana quedándome enganchada a la televisión hasta altas horas de la madrugada viendo a la mejor pareja de la historia de la liga. Una pareja en la que desde siempre ha existido una guerra de egos, guerra que terminó tras la derrota de los Lakers en las finales de 2004 ante los Pistons de Detroit y que supuso la marcha del gran Shaq a Miami y la consolidación de Bryant como líder de los angelinos.

Cinco años después, las rencillas entre ambos por saber quién era la verdadera estrella de los Lakers se han ido apagando. Kobe ya no es aquel escudero del todopoderoso O´Neal que ejercía un papel secundario, en el que no podía destacar sin el gigantesco pívot. Y el pasado domingo no pude evitar volver la vista al año 2004 y recordar a la pareja demoledora que dominó la liga a principios de este siglo.

Es un hecho innegable que Bryant ha conseguido hacerse un hueco en los Lakers y en la historia, de la misma manera que pude comprobar que Shaq ya no es el jugador de antaño, pero ambos consiguieron barrer al Este y compartir de esta manera un MVP de All Star que demostró su calidad y sobre todo, lo que más me importaba, que el hacha de guerra entre los dos ídolos estaba enterrada.