Por un lado, Pepe guarda silencio. Siempre anteponiendo los intereses del club a los suyos propios. Su situación es todavía más complicada si cabe que la del colombiano. Se le acaba el contrato con el equipo de su vida y el acuerdo entre ambas partes no termina de llegar. Tras 10 años en Chamartín ya nadie discute los 30 millones que se pagaron por él.
Por otro lado James Rodríguez. El centrocampista vive su tercera temporada en el Real Madrid. Llegó con al vitola de crack y tras un primer curso espectacular su nivel descendió el pasado año y el actual James poco o nada se parece al de 2014. Ni siquiera esto hizo replantearse al cafetero la opción de no salir ante los medios y decir que no sabe si seguirá a las órdenes de Zidane una vez que finalice el mercado de invierno.
Son dos maneras bien diferentes de afrontar que quizá en unos meses ya no estén en el mejor club de la historia. Uno tensa la cuerda en busca de los minutos que no tiene y otro, sin decir una palabra más alta que la otra, intenta el objetivo de retirarse en el club al que llegó hace ya casi una década.
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