Pudo ser muy distinto, pero el Real Madrid es esto. Parece mentira que los rivales sigan sin comprenderlo, después de épocas en la que se repite lo mismo, una y otra vez. En España y en Europa. El ADN va integrado en el madridismo y en Sevilla quedó plasmado. Los merengues iban perdiendo un encuentro que todo equipo daría por perdido. 2-0 y a otra cosa. Los de Lopetegui estaban bien plantados en el césped y apenas se generaron ocasiones sobre la portería de Bono. Sin embargo, tras el descanso, el 'chip' cambió y el conjunto de Ancelotti resucitó.
Era una noche de resurrección del título liguero. El Sevilla ganaba 2-0 y avivava el campeonato... pero el que resucitó fue el Real Madrid. De la nada. Con un golpe de entrenador (todo el crédito para Carletto) que puso a Rodrygo y movió a Valverde al centro del campo. La historia fue muy distinta con ese cambio de rumbo. El Madrid puso el 2-1 y el corazón hizo el resto. Los segundos 45 minutos entrarán en la historia de las remontadas de la leyenda reciente. Nacho y Benzema remontaron el encuentro.
Alaba llevó la fiesta al vestuario
En el vestuario, como es lógico, se desató el estado de euforia. Todos se abrazaban al grito de "vamos", "jo..." y "host...", pero el foco fue hacia David Alaba. El austríaco volvió a dejar una imagen para el recuerdo en el Sánchez Pizjuán. La silla que levantó tras remontar al PSG la levantó, a su manera, en plena celebración con los suyos.
Alaba levantó la silla y dejó otra imagen icónica (esta vez en Nervión) que cautiva al madridismo. Al grito de "así, así, así gana el Madrid" se desató la alegría en los interiores del estadio hispalense y el austríaco llevó toda la batuta.
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