Sigue la guerra sucia contra Florentino

Acusan al presidente del Madrid de encarecer los presuntos futuros fichajes del Barça.





Para nadie es desconocido que Florentino Pérez es uno de los personajes más odiados por los barcelonistas. Un odio que se hizo cada vez más patente cuando, desde diversos medios de comunicación catalanes, se le acusó de haber filtrado a la Cadena COPE la información por la cual el Real Madrid solicitaría a la Federación Española de Fútbol la realización de controles antidoping más severos en nuestro fútbol. Pese a que nadie ha sido aún capaz de demostrar ni que el presidente ni que el propio club blanco estuvieran detrás de esa filtración, lo cierto es que la campaña de acoso y derribo hacia el máximo mandatario madridista sigue su curso, empleando en algunos casos argumentos que sobrepasan incluso lo ridículo.

Resulta que ahora culpan al presidente Florentino Pérez de encarecer los posibles fichajes que el Barcelona intentaría acometer de cara a la próxima temporada. Le acusan de entrometerse en persona en esas supuestas negociaciones que los culés tendrían en marcha con sus objetivos de cara a la próxima campaña para así encarecer su traspaso. Siguiendo esta teoría jugadores como Agüero, Cesc, Borja Valero, Coentrao, Ribéry o Neymar son ahora más caros que antes porque Florentino Pérez los habría encarecido con su intromisión en las negociaciones.

Lo que esconden estas acusaciones es que el Barcelona está arruinado económicamente. No puede permitirse el lujo de gastarse más de 50 millones de euros el próximo verano en fichajes, y viendo que su máximo rival ya está planificando la próxima temporada, se agarran a cualquier cosa para explicar a su parroquia el porqué de su pésima gestión deportiva y económica. El precio de los jugadores no los pone ni el Barcelona, ni Rosell ni tampoco el ‘colonias’ Guardiola, sino que es fruto de la oferta y la demanda que haya en ese momento en el mercado de fichajes: cuántos más clubes haya interesados en un jugador, más alto se cotizará su valor en el mercado. Esas son las reglas del juego, pero parece que en Barcelona ni quieren ni llegarán a entenderlas. Tanto es así que, por tal de quedar ellos como los perjudicados de esta película, le echan la culpa al vecino a ver si cuela.