De hecho, en lo que va de año nuevo, y antes de visitar Villarreal, el Real Madrid había jugado cinco partidos lejos de casa con resultados bastante negativos a nivel general: una única victoria, dos derrotas y dos empates.
En esta mala racha de cinco partidos los blancos sólo fueron capaces de ganar en el campo de Osasuna (1-3) mientras que por el camino llegaron las derrotas en Sevilla y Valencia, las dos por el mismo resultado de 2-1. A ello hay que sumarle dos empates, ambos en la Copa del Rey, ante Sevilla (3-3) y Celta de Vigo (2-2).
Bien es cierto que no se puede obviar que en este pequeño paréntesis de resultados negativos fuera de casa los blancos jugaron en varios de los estadios más complicados del fútbol español algo que se había convertido en una de las especialidades del equipo blanco, la de ganar en la ‘guarida’ de los mejores equipos.
Por eso, a la visita al estadio del Villarreal, ya de por sí complicada por naturaleza, se le sumaba el aspecto psicológico de los últimos malos resultados cosechados en el Santiago Bernabéu. Una racha que los blancos lograron cortar con una victoria de tronío en el estadio de La Cerámica y que permite borrar de un plumazo el mal fario a domicilio del Real Madrid lejos de su casa en este 2017.
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