El centrocampista del Barça es uno de los jugadores más protegidos por los colegiados y Sánchez Martínez lo volvió a demostrar en el Villamarín.
El FC Barcelona puede estar tranquilo. Si Busquets juega un partido, pase lo que pase, no será expulsado. El centrocampista es uno de los futbolistas más protegidos por los colegiados españoles y Sánchez Martínez lo demostró en el Villamarín. El árbitro murciano le perdonó una tarjeta roja más que evidente por una durísima entrada al tobillo sobre Guido Rodríguez. Empieza a ser habitual que el jugador del Barça se escape de las amonestaciones, sobre todo cuando es el primer que 'persigue' a los árbitros reprobando alguna decisión.
Por esto mismo fue expulsado
Nabil Fakir en menos de treinta segundos. Lo que resulta aún más grave es que el propio
Sánchez Martínez va detrás de él en busca de una reacción que le permita sacarle la segunda tarjeta amarilla. La prepotencia del murciano es tremenda. Quizá por ello, la
RFEF no le ha asignado ningún partido este fin de semana (al igual que
Gil Manzano, que dirigió el
Osasuna - Real Madrid).
(El vergonzoso saldo arbitral de las rojas de Barça y Madrid... ¡desde 2003!). Busquets se marchó del
Villamarín sin recibir ni una sola tarjeta amarilla. Si bien la que le propina a
Guido Rodríguez debió ser castigada con roja directa, en la primera mitad también hizo varias que son propias de cartulina amarilla. La primera y última vez que le expulsaron en
LaLiga fue el 29 de noviembre de 2009 (en un
Clásico contra el
Real Madrid). Ha jugado más de 300 partidos con el
Barça y solo le han mostrado una roja. No le echan por simular entradas ni por pisar la cabeza con los tacos a un compañero de profesión (
Pepe en el
Bernabéu).
En la temporada 2009-10 ocurrió un hecho insólito en
LaLiga. El centrocampista recibió una doble tarjeta amarilla contra el
Villarreal (2009-10) y no fue expulsado.
Txeira Vitienes mostró la primera tarjeta al jugador del
Barça por una mano en un lance del juego. Quince minutos más tarde,
Busquets iba a ser sustituido y, al ver su número en el cartel, decidió perder tiempo. El colegiado le mostró la cartulina y, en lugar de expulsarlo, le dijo que se marchara y que, en su lugar, entrara el cambio.
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