Lavrinovic no mereció este final

El Madrid cedió en la prórroga ante los de Scariolo (84-81). El pivot lituano estuvo sideral y logró 49 tantos de valoración. Cabezas, ejecutor blanco por parte moscovita.





Como era de esperar, las bajas de Felipe Reyes y Van den Spiegel iban a provocar una sangría de rebotes en la cesta blanca a la mínima que hubiera pivots fuertes enfrente. El Khimki los tiene. Javkotas podría pasar por ser ese loco del gimnasio que deja en nada la gravedad del acero. Jankunas, sin ser tan físico, superaba en envergadura a todos los interiores blancos. El peligro se trasformaba en obsesión.

Messina comenzó con su batería de ala-pivots desde el inicio y, muy pronto, tuvo que bajar la persiana y recurrir a Lavrinovic, el único hombre grande que le queda sano. El lituano se zurró como nunca, y en ataque demostró que aquellos que le califican como el gemelo malo se equivocan. Su mano de seda mantenía al Madrid vivo. Ahogados Prigioni, Bullock y Kaukenas, Darius tomó la bandera blanca y rescató al Madrid de unas pájaras ofensivas de cuidado.

Ficha técnica:

84 - Khimki (17 22 14 19 12): Langford (12), Jankunas (10), Javtokas (11), Raúl López (7) y McCarty (11) -equipo inicial-, Cabezas (20), Fridzon, Dmitriev (3), y Mozgov (10).

81 - Real Madrid (14 18 20 20 9): Prigioni (3), Hansen (4), Garbajosa (7), Velickovic (5) y Bullock (4) -equipo inicial-, Lavrinovic (32), Kaukenas (22), Vidal, Llull (4) y De Miguel.

Árbitros: Fabio Facchini (ITA), Fernando Rocha (POR) y Olegs Latisevs (LET). Eliminaron por cinco faltas a Prigioni (m.45) y Mozgov (m.43).

Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada del grupo D de la Euroliga disputado en el centro de baloncesto de la Región Moscú ante unos 4.000 espectadores. Los jugadores del Real Madrid lucieron brazaletes negros por el fallecimiento del socio número 1 del club, Félix Pérez Álvarez, que tenía 99 años y era socio del Real Madrid desde 1923.

RAÚL Y CABEZAS, CON MUCHAS GANAS

Los rusos eran sumamente previsibles en ataque. Sólo Raúl López, con una barba que le delata como chico malo, se salía del guión impuesto por Scariolo. Con un par de triples y alguna acción de esas que acababan en el limbo en Vistalegre, el ex madridista se trataba de tomar cumplida revancha de un equipo del que debía salir para el bien de ambas partes.


Por más que el partido discurría por los términos de la igualdad, el Madrid seguía sufriendo en el rebote. Una asignatura que sin altura es difícil de dominar. Desde las alturas, precisamente, aparecía una y otra vez Lavrinovic. El lituano se marcó el mejor partido individual que se le recuerda a un jugador del Real Madrid en años. De dos, de tres, reboteando, desde el tiro libre. Una auténtica máquina de jugar al baloncesto. 49 tantos de valoración tienen la culpa de ello.

Messina apretó las tuercas a los suyos, y la defensa mejoraba por momentos. Lo peor para los blancos era que Cabezas, el más listo del equipo ruso, supo leer mejor que nadie el partido. En penetración y desde el perímetro, el malagueño fue un azote para los blancos. El partido, calcado en cuanto a números, olía a prórroga por los cuatro costados. Velickovic primero y McCarthy después pudieron evitarlo, pero ninguno acertó a llevarse la cesta al zurrón.

LA CONEXIÓN LITUANA, EN ACCIÓN

El tiempo extra es como la lotería. Influyen tantas cosas (condición dísica, cansancio, faltas...árbitros) que la bolita podía caer de cualquiera de los dos lados. Kaukenas se disfrazó de ametralladora haciendo de escolta del inmenso Lavrinovic, y estuvo muy cerca de darle el triunfo a los madridistas. Los rusos, sin embargo, no se descompusieron y aprovecharon una pérdida de Vidal y un par de malas defensas de los de Messina para anotar con facilidad, algo que había costado mucho durante el partido. Las rentas de 4-6 puntos de los locales acabaron siendo insalvables para los blancos que, incluso, tuvieron posesión para, con casi dos segundos de tiempo, intentar un triple que hubiera forzado la prórroga. Sin embargo, la pizarra estuvo como casi todo el equipo: perdida. Lo mejor para los blancos es descubrir que Lavrinovic puede dar muchas tardes de gloria en Vistalegre. Como diría el gran Andrés Montes, un auténtico jugón.