Las lágrimas de Diarra





Diarrá es uno de esos futbolistas a los que sólo se les valora cuando ya no están. Lo mismo sucedió con Makelele. Cuando se marchó, se intentó justificar su salida alegando que no sabía rematar de cabeza ni meter un balón en profundidad, pero sus compañeros le echaron en falta sobre el césped. Claude corría por tres y cuando pedía la camilla para ser masajedo, si había algún compañero tratándose le cedía el turno al francés. Sus piernas eran una prioridad absoluta para los fisios…

No sé si recuerdan el partidazo que se marcó Diarrá en el Bernabéu contra el Barça hace sólo siete meses. Fue el mejor de largo. El maliense es un ganador nato y no hay quién le aguante cuando pierde. Que se lo digan al padre de Drenthe cuando le gana al billar… “Sólo con mirar a los ojos a Mamadou antes de salir al campo te pones las pilas y te sube la adrenalina. Si pierdes es mejor dejarle solo porque no hay quien le aguante”, dice uno de sus compañeros.

Cuentan los que vieron el partido junto a él en el Santiago Bernanbéu que Mamadou lloró cuando Renato marcó el cuarto gol del Sevilla el pasado domingo. Si es capaz de tomarse así una derrota como espectador, imagínense cómo vive los partidos sobre el césped… Cuentan que nada más terminar la operación, el cirujano le preguntó a Diarrá: ¿Cómo es posible que hayas podido jugar con esa rodilla dos temporadas en el Real Madrid? Y es que su menisco ya le venía avisando desde su etapa en el Olympique de Lyon, hasta que se desgastó tanto que no aguantó más y, para colmo, afectó también al cartílago.

Diarrà se ha visto obligado a retrasar uno de sus sueños como futbolista: conseguir el Balón de Oro africano. Sus compañeros, al igual que hicieron con Van Nistelrooy en Valladolid, tendrán un detalle con el africano: saltarán al Camp Nou con una camiseta en la que se leerá: “Ánimo, Diarrà”. ¿Le harán llorar otra vez?