¿Y quién mata ahora los partidos?





No es que yo fuera fan incondicional de Robben. No. Me ponía muy nervioso su último pase después de verle como sorteaba rivales con suma facilidad y se plantaba en el área rival. Ahí tiene cerebro de mosquito, pero su virtud era destrozar las defensas contrarias a las que desorientaba con su endiablada habilidad.

Ahora la excusa deportiva para justificar su venta es que se rompía  más que los coches de Carlos Sainz. Pero obvian que el papel del holandés quedaba para romper partidos y no para ser la estrella principal sobre la que recaía la responsabilidad que antes sí podía tener. Ante el Deportivo, por ejemplo, se le echó en falta. Quien lo disfrutó fue el Bayern, que se la jugaba contra el Wolfsburgo, el campeón. Los muniqueses no habían dado una a derechas en el comienzo de la Bundesliga y la soga apretaba ya el cuello de Van Gaal. Robben salió en el segundo tiempo y sentenció el partido con dos goles. Vamos, los que le faltaron al Madrid para cerrar el choque ante los gallegos.

Ahora resulta que Van der Vaart podría quedarse, pero Robben no. Si es así, pondría a Florentino y a Valdano contra la pared para que se rezaran 200 padrenuestros de penitencia, y me parece poco. Creo que la han cagado aunque suene mal, porque sin Robben al Madrid le falta ese plus desequilibrante en el banquillo que le hacía temible. Ahora, tendrá que buscar otros recursos más terrenales si no es que vuelven a gastarse una millonada en Ribery si el Bayern traga. Si es así, Florentino tendrá que volver a vender a alguien para cuadrar de nuevo la caja. Esto empieza a oler a lo que sucedió en su primera etapa, en la que mimó a sus fichajes y desertó de lo que había.