Porque hasta entonces, el canario estaba siendo uno de los mejores jugadores merengues de la temporada. Su irrupción en el mes de enero fue fundamental para que el Madrid se clasificara para la final de la Copa del Rey y para seguir sumandos puntos en Liga. Jesé fue el perfecto sustituto de Bale, que estuvo ausente en varios partidos en Enero, y de Cristiano Ronaldo, que fue expulsado en San Mamés y no pudo jugar durante tres jornadas.
A Jesé no le tembló el pulso; cogió la responsabilidad de brillar como si fuera su única oportunidad para aprovecharlo y enamoró al Bernabéu. Marcó contra el Atlético de Madrid, ante el Getafe, contra el Villarreal y en San Mamés, y su fútbol vertical y de desborde le hacían candidato, incluso, a estar en la lista del Mundial con Del Bosque.
Pero Kolasinac y la ‘mala suerte’ le pusieron de frente la mayor prueba de madurez de su vida. Con trabajo, tesón y muchas ganas, el ‘20’ ya se ha recuperado. Ahora, con el tiempo, intenta volver a ser el que fue. Las circunstancias deportivas no ayudan pero, a buen seguro, que el madridismo volverá a disfrutar en breve del mejor canterano que ha salido de Valdebebas en este Siglo.
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