Benzema y Marcelo mandaron el gafe de octavos a paseo

El Madrid superó con facilidad al Lyon gracias a los goles de Marcelo, Benzema y Di María (3-0). Los blancos fueron netamente superiores y pudieron haber marcado más goles. Tras seis años de decepciones, Mourinho rompe el maleficio de octavos.





Ambientazo, mosaico y graderío hasta la bandera. Eso fue lo que pidió Mourinho, directa o indirectamente, en la previa del partido. Y lo tuvo. El Bernabéu fue su Rey mago particular, y al luso se le veía en su salsa. El ánimo de verdad, el de impulso sin mirar el resultado, duró 10 minutos, bien es cierto, pero fue suficiente para palpar que Mourinho pide y su gente le da. En su forma y en su estilo, pero le da.

La arrancada del Madrid no fue mala. Tampoco de caballo pero sí lo suficientemente enérgica como para que Lloris escuchara los alientos de los atacantes blancos. Y no sólo escuchó el sonido de los delanteros sino también el del balón, el más peligroso. Y es que Marcelo, que parecía tener el día, se pateó la banda en tres minutos para probar la flexibilidad del portero francés que, por cierto, era mucha y buena. Inicio esperanzador, sin duda.

Sin embargo, el Lyon no se amedrentó. Mucho jugador curtido en mil batallas campa en las filas de los de Puel. Reveillere, Cris o Lisandro, por poner algún ejemplo, son buenos elementos de lo que Aragonés llamaría “tíos con el culo pelao”. El choque se perdió en un pequeño sinsentido en lo que a dominio se refiere. El Madrid no terminaba de ir arriba a por el Lyon ni los franceses a buscar a los españoles. Había respeto contenido en ambas tesituras. Lógico. El primer tiro de los franceses no llegó hasta el minuto 21, cuando Delgado encontró el plástico tumbado de Iker para sacar un balón con cierta dosis de veneno. Esto espoleó al  Madrid que volvió a poner su vista en la portería de Lloris, inactivo desde que Marcelo le hiciera tragar hierba en el arranque.

Lloris evitó que el Madrid hiciera bueno su arsenal ofensivo


Cristiano lo intentó en un remate que el cancerbero de color amarillo sacó volando a lo supermán. En el estadio se olía la necesidad de llegar al descanso con ventaja. Y como hoy era día de pedir y conceder, Marcelo cogió el cofre y se vistió de Baltasar. El brasileño, haciendo de la banda el pasillo de su casa, se incorporó al ataque, tomó la potencia de Cristiano, el regate de Di María y la precisión de Özil para tumbar a dos defensas y dejar a Lloris con un palmo de narices. Un golazo en toda regla para darle un respiro al Madrid en el partido y la eliminatoria. Y eso que Lloris volvió a intervenir poco después para negarle a Benzema ese gol al que se está acostumbrando en los últimos tiempos. Otra gran estirada que evitó que Karim se reivindicara ante el continente.

Ficha Técnica:

Real Madrid: Casillas, Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo; Xabi Alonso, Khedira; Özil, Di María (Granero 78’), Cristiano Ronaldo (Adebayor 73’); y Benzema

Lyon: Lloris, Reveillere, Cris, Lovren, Cissokho; Toulalán, Gourcuff (Pied 68’), Kallstrom; Briand (Gomis 46’), Delgado (Pjanic 80’) y Lisandro

Goles: 1-0 Marcelo (36’), 2-0 Benzema (66’), 3-0 Di María (76’)

Árbitro: Damir Skomina. Amonestó a Pepe, Carvalho, Gourcuff, Cissokho,

Estadio: Santiago Bernabéu. Lleno. 80.000 espectadores.

Pese a que a la primera fue Lloris el que salió victorioso del encuentro con su compatriota, Karim se la tenía guardada a su amigo. Y la venganza se la iba a cobrar antes o después. La pieza se la iba a cobrar, no había duda. Y vaya si lo hizo. El batallador Marcelo envió un balón arriba. Perdido en el desierto parecía ese cuero con la estrella Champions. Pero no. De perdido nada. Benzema estuvo más vivo y más rápido que Cris para ir a por ese balón que se encontraba entre Pinto y Valdemoro. Se dejó guiar por su instinto. Y bien que lo hizo. Se plantó delante de Lloris y jugó con el destino del balón. Acabó entre las piernas del portero y, lógicamente, en la red. Partido y eliminatoria más que encarrilada. Y de paso, adiós al gafe.

Di María despejó cualquier conato de duda

Los fantasmas de Roma, Arsenal, Liverpool y compañía comenzaban a desaparecer del mapa. Máxime cuando un nuevo balón a la espalda de la zaga visitante acabó en los pies de Di María. A éste no le valía la resolución fácil. Mejor adornar este día con una guinda dulce, vistosa y colorida, es decir, una vaselina. Y así lo hizo. Portero al suelo y balón al arco. Cualquier conato de dolor se acabó ahí. También el Lyon. La venganza estaba más que consumada y el grito unánime era de alivio.

Y es que eran ya seis años en los que el Madrid llevaba viendo de forma consecutiva el sorteo de cuartos de Champions sin que su nombre apareciera en él. Algo demasiado amargo y para lo que se contrató a ese azúcar indomable llamado Mourinho. El portugués tenía su primer gran examen y lo pasó con nota. El mejor alumno del banquillo local de los últimos tiempos. La asignatura de la Champions es su especialidad y lo demostró con nota. Al asalto de la décima ya sólo le restan cinco partidos.