¡Viva Luka I de Manchester!

El Real Madrid logró remontar en Old Trafford y se impuso por 1-2 en el Teatro de los Sueños. Los goles de Modric, que fue vital para los blancos en el segundo tiempo, y de Cristiano Ronaldo, remontaron el gol de Sergio Ramos en propia meta.





Si alguien pensaba que el Manchester United le iba a dejar al Real Madrid autopistas en Old Trafford estaba equivocado. Ya lo había advertido Ferguson en los días previos a la disputa del partido.  Y es que la exhibición de contragolpe y velocidad que exhibieron los blancos en el Camp Nou le encendió la bombilla al entrenador del United. La consigna, desde el primer minuto, por parte de los ingleses era clara, impedir bajo cualquier concepto que los blancos pudieran correr a campo abierto.

Por eso, a los diablos rojos no les importó desde el inicio darle la posesión de balón al Real Madrid. De momento, y mientras no se cambien las reglas de este deporte llamado fútbol, el tener el balón un 60% en tu poder no da puntos ni goles. Los de Mourinho manejaban el balón, cierto, pero no encontraban ni su ritmo, ni su velocidad ni la portería de De Gea. De hecho, lo más destacado de los blancos en el primer acto fue un remate algo escorado de Higuaín que acertó a tapar el portero español del United.

Los ingleses tenían bien aprendida la lección, y sabían dónde podían hacerle daño al Madrid. Darle de su propia medicina a los merengues, es decir, robar el balón y salir como flechas. También a balón parado, lógicamente. De hecho, en un saque de esquina llegó la opción más clara del United, en un remate de cabeza de Vidic que salvó el palo de la puerta de Diego López, que sacó como pudo el posterior remate de Welbeck, aunque éste estaba ya anulado por fuera de juego. Al descanso, las tablas eran la noticia en Manchester. Y que Di María se había lesionado. Kaká entraba al rescate. Fue la solución de Mourinho para tapar la lesión de su jugador y, de paso, tratar de dotarle de algo más de velocidad de balón al equipo, al que parecían pesarle los botines kilos y más kilos de peso.


Si el primer acto había sido tosco, feo y con cierta dosis de sobrepeso futbolístico, el segundo acto tuvo absolutamente todos los ingredientes que un gran partido puede demandar. En primer lugar, necesidad de remontada. La primera oleada del United en el segundo tiempo acabó con Sergio Ramos metiéndose el balón en su propia portería tras impulsar de forma involuntaria el cuero en la meta de Diego López tras un centro desde la banda izquierda. Si la cosa estaba fea, se vistió de muy fea.

Sin embargo, hubo algo que cambió el partido. El árbitro turco Cüneyt Çakir expulsó a Nani por una patada contra el pecho de Arbeloa. En un principio pareció que simplemente le sacaría amarilla, pues permitió al jugador portugués estar un tiempo más que prudente tendido en el campo después de haberle hecho la falta al lateral madridista. La sorpresa en Old Trafford llegó cuando de su bolsillo salió una tarjeta roja. Ese era el pasaporte que tenía que aprovechar sí o sí el equipo de Mourinho. No había más excusas. El gol tenía que llegar. Hay que decir que el propio árbitro al que tanto se le echaron encima los miembros del United no señaló poco después unas manos de Rafael en un cabezazo de Higuaín que prácticamente se colaba.

Si la expulsión de Nani había aculado de forma temeraria al Manchester en su propia área, el mejor movimiento de Mourinho estuvo en el cambio de Modric por Arbeloa. El Madrid necesitaba fútbol en el medio, era evidente. El mejor para tratar de resolver esa carencia era Luka. Mourinho puso a Khedira como lateral y quitó a Arbeloa, que ya tenía tarjeta amarilla. Un movimiento de piezas de maestro. El que pedía el partido y el marcador.

Ficha técnica

MANCHESTER UNITED 1: De Gea; Rafael (Valencia, min.87), Evra, Ferdinard, Vidic; Cleverly (Rooney, min.72), Carrick, Giggs, Welbeck (Young, min.81); Nani y Van Persie.

REAL MADRID 2: Diego López; Arbeloa (Modric, min.59), Varane, Sergio Ramos, Coentrao; Xabi Alonso, Khedira, Özil (Pepe, min.71), Di María (Kaká, min.45); Cristiano Ronaldo e Higuaín.

GOLES: 1-0, min.49, Sergio Ramos, en propia meta.  1-1, min.65, Modric.  1-2, min.68, Cristiano Ronaldo.

ÁRBITRO: Cüneyt Çakir (TUR). Amonestó a Evra (min.19) y Carrick (min.72), por parte del Manchester United, y a Arbeloa (min.38), Kaká (min.71) y Pepe (min.88), por parte del Real Madrid. Expulsó con roja directa a Nani (min.55), por parte del Manchester United.

ESTADIO: Old Trafford (72.000 espectadores).

Sobra decir que la entrada de Modric fue la salvación del Real Madrid. Los blancos agarraron el cuero, y comenzaron a profundizar cada vez con más peligro. No iba a ser sin embargo en una jugada de toque (eso quedaría para el segundo gol) sino en un espectacular remate desde fuera del área del propio Modric como el Real Madrid iba a poner la igualada en el partido y en la eliminatoria. El croata, que nunca había sido capaz de ganarle al Manchester en su época en el Tottenham, agarró un espectacular remate que hizo la curva de la felicidad. No la de la tripa sino la del gol. La del golazo. El panorama había cambiado, y todo el mundo esperaba que el Madrid acabara con el partido con un segundo gol.

Dicho y hecho. Apenas pasaron tres minutos entre el gol de Modric, y la asociación que el Real Madrid montó en la frontal del área inglesa y que acabó con centro de Higuaín al segundo palo, y remate de Cristiano estirando la pierna para ejecutar a sus ex compañeros. No hubo celebración externa, aunque seguro que internamente la felicidad era enorme. Los más de 3.500 madridistas que había en Old Trafford se lo pasaban pipa. El Madrid estaba 1-2 y sólo una debacle podía impedir que los blancos se metieran en el sorteo de cuartos de final.

No hubo más sobresaltos en los minutos finales de partido, aunque sí que es cierto que el gol rondó ambas porterías. Los contragolpes de Cristiano y Kaká estuvieron cerca de materializar el 1-3, y en el otro lado del campo, Diego López se convirtió en un auténtico supermán, sacando un par de remates de Van Persie y un cabezazo de Vidic. Aunque pocos (o muy pocos) daba un duro por el portero gallego, lo cierto es que fue uno de los artífices de la victoria en Manchester. Un triunfo soñado, que devuelve al Madrid un año más al bombo de los cuartos de final de la Champions. Dos victorias seguidas ante el Barcelona y una más en Manchester. Hoy Cibeles ha esbozado una sonrisa. Seguro.