Que siga la fiesta

España es hoy por hoy mucha España, y los bosnios puedan darse con un canto en los dientes por irse de Murcia con un ridículo 1-0





Dicen que la paciencia es la madre de la ciencia, y debe ser verdad porque jugar un partido de fútbol contra diez tíos empotrados en el borde de su área tiene que ser desesperante. Además, la dinámica favorece al que se defiende para salir al contragolpe, y estos bosnios hezergovinos corren que se las pelan, y, de vez en cuando, tres o cuatro salían como posesos para plantarse en el área de Casillas y acongojonarnos de verdad.

Pero España es por hoy por hoy mucha España, y los bosnios puedan darse con un canto en los dientes por irse de Murcia con un ridículo 1-0. Eso sí, su planteamiento es de cárcel, porque viniveron a jugar un partido de fútbol y parecía una defensa de balonmano: todos plantados al borde de su área. FIFA debería revisar el fútbol y crear dos vagones, y meter en el segundo a equipos como éste, que reniega de jugar cuando demostró que si se pone sabe crear peligro. Porque, otra cosa es el complejo y España es buena, o muy buena pero no para que el rival salga acomplejado desde la puerta del avión.



Un detalle es que la posesión de balón fue abrumadora para España, 70 a 30, que tocó y tocó ante ese bosque defensivo, selva a veces por las patadas sin miramientos, pero sin último pase. Y cuando encontró ese balón al compañero desmarcado faltó pegada, como en el remate de cabeza de Xavi, que apareció solo desde atrás, pero su remate se fue a las manos de Hasagic; o suerte, como en un zambombazo de Senna desde 18 metros que se estrelló con violencia en larguero serbio.

Penalti al limbo de Villa

El mejor recurso ofensivo lo ofrecía Capel, que provocó dos tarjetas amarillas y un penalti inexistente que Villa falló horrorosamente tirándolo fuera. Una pena máxima que no era pero que compensaba el que no había señalado el colegiado escocés Thomson minutos antes, en una clara mano de un defensor bosnio. Cierta frustración por la ocasión marrada, porque Casillas tuvo que demostrar sus dotes sacando un mano a mano a Muratovic, o recuperaba el color en una jugada en la que dos serbios se le echaban encima, pero Dzeko se volvió loco y perdonó con un pase a nadie y el consiguiente alivio para el meta blanco y los que estábamos detrás.

La diferencia entre uno y otro era brutal: era fútbol rico ante fútbol pobre; talento ante destrucción, pero este deporte es así, ilógico con las matemáticas y el partido se fue al descanso con un cero patatero en el marcador y la sensación de que quedaban 45 minutos de sufrimiento. Además, estos serbios si les dabas campo se atrevían, por lo que, encima, la guillotina pendía sobre la meta de Casillas.

El desquite de Villa

Xavi intentaba mover el juego, pero en lugar de estar sobre el césped parecía que estaba en la grada con tanta gente a su alrededor. Era cuestión de empezar a arriesgar en acciones individuales, en retar en el uno contra uno al borde del área para romper la resistencia serbia. Tocar y tocar y jugar bien era ya algo secundario, lo importante era pisar el área y romper el marcador.

Fue Iniesta el que miro dentro de sí y se dijo "o chupo, o por ahí no entra ni Dios", y se marcó un eslalom entrando en el área que culminó con un zapatazo que Hasagic se quitó de encima cerrando los ojos. Fue como tocar la corneta, porque en la acción siguiente Villa hizo un regate de dibujos animados (el defensa serbio se hizo un pincho de césped) y su pase a punto estuvo de aprovecharlo Sergio Ramos. En pleno jolgorio de talento apareció Villa para desquitarse del penalti fallado y adelantar a España: pase al hueco de Cesc, que se sumó al concierto de arte, Villa que sale por detrás de la espalda de la denfesa, salva la salida de Hasagic y desde una posición sin ángulo acertó con la red. Vamos, de locos, falla un penalti con 11 metros de perspectiva y marca después con 70 centímetros de hueco.

Cambios y otro partido

Tiene que ser frustrante encajar un gol así después de que los planes se iban cumpliendo a la perfección. Pero, incluso con el 1-0, los serbios se siguieron tapando. No quisieron arbrirse no fuese que les rompiesen por la mitad. Eso sí, España dejó atrás la impotencia, las prisas, los nervios y empezó a mover el balón con paz una vez ganada la partida al marcador y al orden serbio.

España tuvo ya grogui a su rival. Empezó de nuevo a tocar, pero ahora con menos resistencia o concetración destructiva rival, y dejó atrás las tensiones para divertirse un rato e intentar establecer en el marcador las diferencias reales que había sobre el campo. Y las tuvo, pero faltó puntería o exceso de confianza, porque los nuestros podrían haber agujereado a los bosnios que, al final intentaron algún escarceo pero tuvieron que rendirse a la evidencia. España fue mucho, mucho mejor.

LA FICHA

España: Casillas; Ramos, Puyol, Albiol, Capdevila; Senna, Cesc (Xabi Alonso, 64"), Xavi, Iniesta, Capel (Cazorla, 71"); Villa (Güiza, 84").

Bosnia: Hasagic; Berberovic (Ibsevic, 65"), Nadarevic, Radeljic, Rahmic; Damjanovic (Ibricic, 80"), Salihovic, Misimovic, Muratovic, Vlaavic; Dzeko (Pjanic, 84").

Goles:

1-0 (57"): Villa culmina un pase de Cesc casi sin ángulo y tras sortear a Hasagic.


Arbitro: Craig Thomson, de Escocia. Tarjeta amarilla a Berberovic (4"), Damjanovic (13"), Puyol (47"), Radeljic (60").

Estadio: Nueva Condomina de Murcia.