En el año 2010 el Barcelona venció al Espanyol por un penalti que le pitaron a Xavi tras un leve agarrón por parte de la defensa. En esta ocasión nadie de la caverna culé salió a enseñar los dientes, porque vieron beneficiados sabiendo que la infracción fue dudosa.
Sin embargo, cuando el VAR se utiliza de manera objetiva, y no les favorece, empiezan a sacar lo peor de ellos mismos. Decir que no fue penalti a Sergio Ramos es tremendo, cuando el agarrón de Lenglet es permanente durante un tiempo.
El camero se tiró actuando, sí, con la idea de que el árbitro pudiera darse cuenta de que el agarrón fue clarísimo. El central francés evitó que el capitán del Real Madrid tuviera el suficiente impulso (agarrándolo) para rematar de cabeza.
La objetividad de esta acción es muy sencilla de entender. En el madridismo no se comprende de qué vienen tantas críticas. Es más, el Madrid venció 1-3, con un gol de diferencia, demostrando que los de Zidane fueron mejores y llegaron al final más frescos.
La victoria del Madrid fue contundente, y los jugadores dieron pruebas de que se encontraban a un buen nivel. El Barcelona no hizo un partido pésimo, pero sí fue inferior al ritmo del equipo blanco.
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